Cómo influye la familia en la construcción de nuestra identidad
- MindQuest
- 29 abr
- 2 Min. de lectura

La familia es uno de los primeros lugares donde aprendemos a relacionarnos y a entender el mundo. Cada familia es distinta, tiene su propia historia, formas de convivir y maneras de expresar lo que se siente. Por eso, no una regla definitiva que nos digan cómo debería funcionar una familia o qué pasará con cada una. Lo familiar es complejo, está lleno de vínculos que nos marcan e influyen de gran manera en nuestra vida, incluso sin que nos demos cuenta. Ser parte de una familia implica estar en contacto constante con emociones, ideas y formas de ser de otros, que tambien nos afectan y también nos construyen.
Dentro de estas vinculos pueden surgir formas de apoyo, cuidado y acompañamiento emocional, pero también hay veces en que se generan relaciones difíciles, tensiones y grietas. Ambos estilos de dinamicas afectan la forma en que cada persona se siente, piensa o se enfrenta a la vida y promueven una manera de interpretar y responder a la realidad externa. Algunas familias pueden abrir espacio al pensamiento, a la diferencia y al diálogo, mientras que otras tienden a repetir patrones de manera muy estricta y dejan poco lugar para lo propio. Todo esto influye en cómo se vive lo que pasa afuera, incluso cuando no lo logramos ver, las huellas familiares siempre aparecen en nuestra manera de pertenecer en el mundo.
Asimismo, nuestra historia individual no empieza en el momento en el que nacemos, sino que muchas veces ya hay ideas, deseos o expectativas sobre nosotros incluso antes de llegar al mundo. Eso nos ubica en ciertos lugares dentro de la familia, y va influyendo en quiénes somos y cómo nos percibimos a nosotros mismos. Es un proceso constante, en el que poco a poco lo que somos y lo que sentimos se va entrelazando con lo que los otros también sienten y esperan de nosotros. Es decir, la identidad no solo se forma desde adentro, sino que sobre todo se forma de en base a las miradas, palabras y silencios de quienes nos rodean.
Es por esto, que cuando una persona llega a terapia, no lo hace sola, sino trae consigo todo ese mundo familiar que la ha formado. Llevar un proceso terapéutico implica ir comprendiendo poco a poco esa historia, asi como el lugar que la familia ha ocupado en ella. Solo así podemos abrir espacio para nuevas preguntas y nuevas formas de experimentar nuestra vida.
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