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¿Cómo afectan los conflictos emocionales al proceso de aprendizaje?




Un proceso de aprendizaje óptimo no solo se basa en aspectos cognitivos, sino que es mucho más complejo que eso, ya que este también podría verse impactado o afectado por otros diferentes elementos como lo son el entorno social, familiar y emocional del niño/adolescente.


La meta principal de la escuela es que el niño/adolescente pueda desarrollarse de una manera integral, es decir, tanto académicamente, como también de manera social, física, emocional, etcétera. Y el aprendizaje y desarrollo de cualquiera de estos elementos solo es posible cuando se cumplen ciertas condiciones dentro del proceso. Por ejemplo, en ocasiones es esencial un conocimiento previo al cual se pueda conectar información nueva, y que ayude a asimilar la misma. La mente requiere espacio para elaborar y retener la información, conectándola con los conocimientos previos para generar así un nuevo resultado.


Pero, ¿qué pasa cuando nuestra mente ya no tiene más espacio para recibir más información?


En muchas ocasiones, cuando los niños/adolescentes están pasando por algún tipo de angustia, o por una situación traumática, pueden sentirse abrumados, angustiados, tristes, nerviosos, molestos. Estas emociones suelen sobrepasarnos y desbordarnos. La mente está ocupada en elaborar dichas emociones y/o experiencias. Y es entonces cuando, en estas situaciones, la disponibilidad y el deseo de aprender se llegan a ver afectados. La mente del niño/adolescente se halla ahora ocupada en su intento por resolver todo lo que está ocurriendo de manera interna.


Ahora, ¿cómo identificar cuando existen estas limitantes para la adquisición del conocimiento? ¿de qué manera se pueden abordar estos problemas de aprendizaje?


Para abordar esta cuestión, existen dos puntos de vista: el de los padres y el de los maestros. En el caso de los padres, estos podrían preocuparse por las calificaciones bajas, así como por la angustia, tristeza y/o frustración, angustia y tristeza que la situación causar en sus hijos. Una familia podría sentirse muy angustiada por la sensación de fracaso que derivaría del bajo aprovechamiento escolar del hijo; otros padres podrían percibir que han sido ellos quienes han fallado. Es la actitud de los padres lo que será crucial para abordar dicha dificultad o para agravarla.


Por parte de los maestros, si bien dominar los temas es crucial, no es lo único importante: un trato con amabilidad ayudará a crear un ambiente propicio para el aprendizaje, así como a fortalecer los lazos sociales entre alumnos y maestros, y detectar áreas de dificultad en las cuales intervenir. Un profesor muy estricto, que reprende ante las dudas y es inflexible, puede generar desconfianza. Por otro lado, un maestro entusiasta transmitirá esa emoción por el conocimiento.


Es crucial ser sensible en estas situaciones y, de ser posible, brindar orientación a los niños y/o adolescentes; en caso de que no podamos satisfacer las demandas de estos, es fundamental buscar la ayuda necesaria y acudir a los especialistas adecuados.

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